viernes, 17 de julio de 2009

Libertad y mercado

¿Somos realmente libres? Cualquiera contestaría que sí, al instante, casi sin siquiera pensarlo. Y quizás si continuáramos interrogando sobre el tema, preguntando a nuestro interlocutor: ¿Y cómo sabe con tanta seguridad que somos libres?, dependiendo de la edad y el contexto, conseguiríamos diferentes respuestas, pero todas gravitarían sobre lo mismo: - somos libres porque nadie nos manda…- o -soy libre porque hago lo que quiero…-. Por supuesto que un filósofo o una persona con cierta instrucción en la materia daría respuestas diferentes, pero en general, son menos los filósofos y los entendidos, que los simples transeúntes en estos temas.
La verdad es que la libertad tiene que ver con que nadie nos mande, pero solemos vincular la idea de ser súbditos con la imagen de algún poder despótico y autoritario, con la idea de un rey o de un dictador, cuando en verdad, podemos y somos súbditos sin necesidad de que exista una corona o un ejército.
La libertad posmoderna nada tiene que ver con la libertad como los griegos la concibieron. Los griegos eran los hombres más libres que hayan pisado la tierra, y así y todo, los más respetuosos de las leyes y del estado. Los helenos entendían que para poder ser libres, es decir para no tener que obedecer a ningún hombre, debían en cierta medida ser súbditos, pero súbditos de un estado en el que ellos confiaban, porque sabían que también ellos los integraban y lo construían. En la actualidad el fenómeno es inverso, el hombre ha perdido el respeto y la confianza en las instituciones estatales, y ha depositado su confianza en el mercado, ignorando, que el mercado no tiene la obligación de velar por el bien común, sino que más bien busca el beneficio propio.
Hoy somos libres, porque podemos elegir que marca de ropa comprar, porque podemos ver el canal de televisión que queramos, porque podemos ir al cine y elegir cual película mirar, porque podemos tener nuestro facebook y en el subir las fotos que queramos, porque elegimos a nuestro gusto que compañía de telefonía móvil vamos a contratar… Esta es más o menos la libertad contemporánea. Podría haber enunciado también que somos libres porque podemos sufragar, o sea podemos elegir a nuestros gobernantes mediante el voto, que es la base del sistema republicano y quizás, una de las potestades ciudadanas más importantes... pero en la Argentina la gente ya no vota por elección, y el voto debe ser obligatorio, para que los gobernantes puedan reunir cierta legitimidad.
La liberta posmoderna es libertad dentro del mercado. Somos libres en la medida en que el mercado nos permite serlo. Puedo elegir entre comprarme mocasines o zapatillas, pero cuando esos mocasines o zapatillas pasen de moda, ya no va a depender de mi voluntad adquirirlos o no, estoy obligado a seguir la moda. El mercado con sus reglas de consumo, dibuja una serie de opciones que simulan la sensación de libertad. Nos creemos totalmente libres, porque podemos elegir en que librería comprar nuestro best seller, pero la propaganda nos condena si no seguimos al mercado, obligándonos a renunciar a las propias convicciones y a captar las tendencias masificadas.
El hombre así, renuncia a sus sueños, por una vida mejor, por un futuro, proponiéndose como objetivo ganar todo el dinero posible, para poder disfrutar de todos los lujos que el mercado ofrece, y que según nos muestran nos hacen más felices y mejores personas, se genera así un sueño consumista, que consiste en tener siempre más, aún cuando en el fondo sabemos que no lo necesitamos.
Claro que el futuro que nos venden, no es más que una trampa del sistema, diseñada para que uno agache la cabeza y trabaje, el futuro existe, sí, y se compra con dinero, es una realidad que quien más dinero tenga tiene un mejor futuro, pero… ¿se es más feliz o más libre por ello?
Inclusive hasta condicionan nuestra forma de pensar, limitando aún más nuestra libertad. Es el mercado, el que mediante la manipulación mediática nos invita a pensar de tal o cual manera, descalificando ciertas opiniones, criticando otras, censurando las demás…
Nos guste o no nos guste, hoy en día nuestra libertad está fuertemente condicionada a la voluntad del mercado. Debemos entender que la única forma de lograr la libertad verdadera, no es actuando en un escenario de oferta y demanda como consumidores, sino involucrándonos como ciudadanos, responsables, críticos (siempre constructivamente) y útiles en el escenario cívico. Vale más la pena sacrificar tiempo y esfuerzo interesándose y participando para conseguir la verdadera libertad, que ser simples corderos en el rebaño de consumidores, que el mercado maneja y acomoda a su gusto y piachere.

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