sábado, 17 de octubre de 2009

Reflexión V

Y cuando el humo finalmente se disipe... ¿Qué va a quedar que no esté contaminado?

jueves, 24 de septiembre de 2009

Sobre el proyecto de la nueva Ley de Radiodifusión...

En estos días, tenemos la oportunidad de ser testigos del poder del que son acreedores los medios masivos de comunicación en la Argentina. Se ha activado toda una maquinaria perversa destinada a controlar los pensamientos y las ideas del pueblo. Claro que este control viene siendo realizado desde hace ya bastante tiempo, pero la diferencia está en que ahora es plenamente visible, esta vez los medios no son sutiles ni discretos. Todos los medios demuestran una clara posición con respecto al proyecto de Ley de Servicios Audiovisuales o Ley de Radiodifusión, todos están claramente en contra. Pero, ¿qué pensar como ciudadano, que posición deberíamos tomar? Para formamos una opinión propia deberíamos analizar algunos puntos.
Lo primero y más básico que debemos considerar, es que todo lo que sabemos sobre el proyecto de ley, lo sabemos por los medios, y como todos o la gran mayoría de los medios están en contra, nos es imposible encontrar en ellos voces desertoras, lo que nos indica con claridad, que aún en la actualidad la libertad de expresión se ve tergiversada y es solamente un escudo que los monopolios mediáticos usan a su gusto.
También es importante entender, el poder que los medios de comunicación tienen sobre la población. Según el Sistema Nacional de Consumos Culturales, la cantidad de horas promedio que la gente se expone a la televisión es de entre 3 y 4 horas diarias, tiempo que muchos usan para informarse apostando a que los noticieros ofrecen una verdad cierta y objetiva, cuando en realidad, los noticieros manipulan la información adaptándola a sus necesidades y fines. Si Grupo Clarín, que es dueño de la mitad del mapa mediático de la Argentina, quisiera hacernos creer que los ovnis invaden la tierra, difícilmente no lo lograría. Siendo los medios un mecanismo de control social, es de sumo peligro permitir que se concentren en manos particulares, porque esto solo contribuye a la privatización del poder.
Grupo Clarín, por ejemplo, es solo la parte visible en Argentina. Pero detrás de éste, se esconden grandes grupos económicos de carácter global, que dominan la mayoría de los aparatos mediáticos de los países del mundo, ya que entienden que esta es una forma barata y eficaz de controlar a la población.
Como ciudadanos debemos aprender a separar las cosas. Los medios nos confunden y nos han hecho creer que todo aquel que apoye esta ley es “ultra kirchnerista” y por ende un enemigo de las garantías constitucionales y de la democracia representativa, y que por el contrario, quien se oponga es un defensor de las buenas costumbres republicanas y de la libertad de expresión. Esta concepción, obviamente, es tendenciosa y oportunista. Tenemos que poder separar a un régimen político, de una ley propuesta por este régimen, que puede ser buena más allá de la ineficacia/corrupción/soberbia/autoritarismo del régimen que la origina.
Este proyecto de ley, si se aprueba, logrará la realización de la pluralidad de voces y opiniones, por fin existirá la verdadera libertad de expresión y por sobre todo, la cultura nacional tendrá una chance por sobre la insulsa y vacía cultura de mercado, que nos imponen desde la “massmedia”.
Para que entiendan la situación actual de los medios en la Argentina, les dejo el “mapa de medios”, donde podrán corroborar que Grupo Clarín es dueño de la mitad de la “opinión pública”. Y para los escépticos, este mapa no es elaborado por ningún organismo oficial, sino por una revista llamada Convergencia Telemática, que se dedica a analizar estos temas desde hace mucho tiempo. ¿No les parece extraño que si hoy vivimos con plena libertad de expresión, nunca antes hayamos visto este mapa en los medios?


Aclaración importante: este mapa de medios está actualizado a noviembre de 2008, si prestamos atención al análisis de Lanata, veremos que es mucho más complejo y centralizado.

Para los que no terminan de entender el mapa, el Sr. Jorge Lanata nos explica lo que tenemos que saber al respecto.



Y para los interesados, dejo a su disposición el
Proyecto de la nueva Ley de Radiodifusión

domingo, 20 de septiembre de 2009

La soledad de la lucidez...

El lúcido está condenado. Ha visto la realidad, y ha comprendido la banalidad de lo cotidiano, ha entendido el sin sentido de la mecánica del día a día. Así, pierde parte de su esperanza y su fuerza vital. Comprende que todo es relativo, y esta pérdida de objetividad lo amarga, lo deprime, debe sepultar la idea de una verdad, cierta en sí misma. Y así el lúcido se queda solo, aún estando en presencia de otros, él está solo. Sus pensamientos lo atormentan, ya no conoce el vacío, ignora la nada, no tiene tiempo para no pensar. Y en su soledad perturbada, todavía abraza una esperanza, piensa que puede tener compañía. Pero su problema es la idealización que genera en torno a las personas. El lúcido, que ve más allá, cree poder ver dentro de la persona, y así la dibuja, la concibe en su mente con conceptos erróneos, que acaban por derrumbarse, acrecentando su desilusión y su pérdida de la esperanza en la humanidad. Debe admitir su “estar solo”, debe resignarse a la isla que le toca habitar. El lúcido sufre más que nadie el amor, no por los dolores del amor en sí mismos, que para él son menudencias, sino porque debe admitir el error, debe ver a una persona mostrarse diferente de cómo se la creía, debe ver de nuevo la soledad a los ojos. Y así va dejando morir las esperanzas, entiende que jamás encontrara lo que busca, que su búsqueda será inconclusa, que su mitad no existe. El lúcido debe asumir que está en realidad solo, y que aunque se rodee de la mejor compañía jamás dejará de estarlo. En este silencio de la derrota, en esta calma de rendición es donde el lúcido asimila su pérdida, donde comprende que no importa cuánto haga o cuanto se esfuerce, por su naturaleza, el está solo.


lunes, 14 de septiembre de 2009

Adrian Salbuchi - Gobierno Mundial: ¿Resistir o Colaborar?

Adrián Salbuchi es un consultor internacional, escritor y conferencista. Tuve la oportunidad hace algunos días de escucharlo junto a otros (también brillantes) disertantes.
Me asombró escuchar muchas de las ideas que hace tiempo tengo en la cabeza, en boca de otro, y aún mejor planteadas, fundamentadas y elaboradas.
Cuando me lo mencionaron, nunca lo había escuchado nombrar antes, y preso del prejuicio y la ignorancia, supuse que se trataría de un charlatán, pero con solo escucharlo hablar unos minutos, dí un giro de 180º.
Era obvio que no lo había, ni iba a escucharlo nombrar. La profundidad de sus análisis, su presición, su objetividad... todas cuestiones que apuntan a hacer peligrar las estructuras de poder actuales, por lo que nadie le presta un espacio de difusión masiva.
Concuerdo con él en todo y por eso divulgo el mensaje.



jueves, 3 de septiembre de 2009

Televisión registrada

Hace ya bastante tiempo que cualquiera, sin ser necesariamente un gran observador, puede advertir que la cultura común en general ha entrado en una vertiente en cuanto a calidad y contenido.

Este fenómeno puede percibirse en el día a día, en las costumbres, en las conversaciones, en el paisaje urbano. Pero donde más explícitamente emerge a la vista, es en los medios de comunicación, que son en gran parte responsables de la decadencia cultural.

Los argentinos, puntualmente, somos consumidores de una televisión frívola y vacía, que no enseña ni expone nada interesante o constructivo, sino que por el contrario exalta antivalores y exhibe las miserias humanas, disfrazándolas de cómicas e idolatrándolas, a fin de tentar al televidente a querer más, y así con el mínimo esfuerzo intelectual, se obtienen picos de audiencia, que son la muestra más clara de cómo nuestra sociedad está más cerca de lo instintivo y lo animal que de lo racional y lo civilizado.

Cuando las ideas parecen terminarse, y el público se vuelve exigente, entonces programas como “Showmarch”, nos han enseñado que la vulgaridad es la respuesta. Se apela a lo sencillo. Mujeres semidesnudas parodiando escenas de sexo explícito, sin estar necesariamente en el horario de protección al menor (que aunque todos sabemos que ya prácticamente no existe, a mi criterio en vista a los tiempos cambiantes, tendría que terminar a las doce pm aproximadamente) y escudándose bajo la denominación de arte.

Pero el público no es idiota. Existe una complicidad entre el programa y el televidente. Sabemos que no es arte, sabemos que traspasa el erotismo y es casi de mal gusto, pero tenemos ese deseo animal de conocer los límites, ver hasta dónde aquel espectáculo de lo instintivo puede llegar. Y en ese marco, vamos perdiendo las inhibiciones del hombre racional, se vuelven difusos los límites, y sentimos que existen nuevas reglas, parece que el instinto animal triunfa, que el hervor de la sangre reemplaza al impulso racional y a la prudencia.

Pero lo más degradante de la televisión nacional, no es solamente Showmatch. Se ha construido alrededor de este programa, toda una red de otros programas, a los que se suele llamar mediáticos (a mí me gusta llamarlos "televisión basura"), que incurren aún más en la falta de creatividad e ideas, ya que su contenido se limita a la constante repetición y “análisis” del Show principal. Se fomentan los escándalos premeditados, que cada vez son más módicos y se festeja cualquier irreverencia, demostrando que siempre se puede caer más bajo.

Estos “programas mediáticos” se renuevan constantemente, y cabe aquí hacer una aclaración: se renuevan, no se reinventan. El programa gira siempre en torno a lo mismo, escándalo, difamación, exhibicionismo, pero sus protagonistas van rotando constantemente, como si se tratara de una obra de teatro clásica, interpretada por diferentes compañías actorales.

Los protagonistas de estos escándalos, son figuras realmente patéticas. En su mayoría son mujeres con cuerpos esculturales (obviamente construidos por algún hábil bisturí), que hacen honor al estereotipo clásico de la mujer bella, sin manifestaciones de inteligencia. Aunque en muchos casos nos cuesta a primera vista diferenciar si en esas mujeres vemos la realización de la belleza, o el simple deseo carnal, incentivado por un exhibicionismo desmedido. Pero el circo mediático, no solo emplea mujeres maleables y sin escrúpulos. Últimamente se ha desarrollado un interés por lo extravagante, por lo raro, por lo grotesco. Se incluyen enanos, travestis, lesbianas, todos sin talentos, carentes de un mensaje o una idea clara. Su función es sencilla y bien definida: hacer el ridículo. Estos personajes se prestan a la difamación, a la burla, pagan cualquier precio por su minuto de cámara, por un poco de fama pasajera y banal. Y cabe aclarar, que este desfile de personajes y vulgaridades ocupa la mayor parte de la tarde, sucediéndose unos tras otros los programas que son copias de sí mismos, todos apuntan a lo mismo: reunir la mayor cantidad de audiencia, con contenidos lo más mediocres posible.

El problema de esta televisión tan banal ya lo plantea de cierto modo Beatriz Sarlo en su libro “Escenas de la vida posmoderna”. La educación compite con los medios masivos de comunicación, y le es casi imposible triunfar. Es que las reglas son injustas desde el principio: un chico pasa más horas frente al televisor que en un establecimiento educativo o abocado a tareas productivas como la lectura o el cultivo de su intelecto. En este panorama, es imposible que la educación pueda revertir los efectos negativos que la televisión basura provoca en los jóvenes, por lo que ésta, termina sumiéndose e impregnándose de contenido mediático para tratar de este modo de construir una conexión con los televidentes/alumnos.

Debería reevaluarse el contenido de la televisión, sobre todo de la televisión abierta (que es la causa material de éste análisis). La inclusión de programas que fomenten el desarrollo cultural, que promuevan el conocimiento como el medio para alcanzar los fines (aunque para mí el conocimiento debe ser un fin en sí mismo), que divulguen los valores principales de una vida lícita y que nos remitan a verdaderas figuras dignas de admiración, podría ser la clave fundamental para modificar gran parte de los problemas sociales del país.

Alguien me comentó una vez: -es bueno que haya programas “chimenteros”, te reís un rato, te distrae un poco de todo lo que pasa-. Y al igual que cuando me lo dijeron, reitero, hay formas mucho más positivas y constructivas de “reírse un rato” y distraerse. Una distracción que anestesia el cerebro, que inculca la vulgaridad, que le resta contenido a la cultura, no es una distracción, sino un método para llevar al ciudadano a la ceguera, a la ignorancia de la realidad, a la ignorancia de los temas realmente importantes, es una distracción dañina, que a mi criterio es mejor suplir por un buen libro o un juego de ajedrez.

lunes, 31 de agosto de 2009

Soledad

Soledad,
aqui estan mis credenciales,
vengo llamando a tu puerta
desde hace un tiempo,
creo que pasaremos juntos temporales,
propongo que tu y yo nos vayamos conociendo.

Aquí estoy,
te traigo mis cicatrices,
palabras sobre papel pentagramado,
no te fijes mucho en lo que dicen,
me encontrarás
en cada cosa que he callado.

Ya pasó
ya he dejado que se empañe
la ilusión de que vivir es indoloro.
Que raro que seas tú
quien me acompañe, soledad,
a mi, que nunca supe bien
cómo estar solo.

Jorge Drexler, 12 segundos de oscuridad

domingo, 30 de agosto de 2009

Ventana sobre la utopía

Ella está en el horizonte -dice Fernando Birri-. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para que sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar.

Eduardo Galeano